viernes, 29 de julio de 2011

Diálogos de Don Quijote y Sancho Panza

El capítulo VIII de la primera parte de "El Quijote", comienza con un famoso diálogo entre Quijote y Sancho:

Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:
—Non fuyades [10], cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
—Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza.


No hay nada como hacer dialogar a dos personajes con puntos de vista, intereses o cegueras opuestos para obtener una interesante pieza de teatro, aunque sea mínima. En este caso es un clásico con frases que conviven con nosotros desde hace siglos. ¿Qué diálogo se os ocurre a vosotros entre Quijote y Sancho?
Gracias a Jero por la idea.

3 comentarios:

Jesús Rocha dijo...

—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza- Mas no confunda vuestra merced la realidad con los engaños: Puede que alguna vez estos molinos fueran gigantes pero, visto con los ojos y los hechos, estos ahora son molinos y vuestra merced debería dejar de confundirse por bien de vuestra salud y la mí, que me tenéis el corazón en un puño con tanta desventura.
Sancho, Sancho, amigo mío-respondió don Quijote con fuerza, e incorporando la cabeza atinando a quitarse el yelmo de Mambrino continuo platicando de esta manera- No confundas las verdades del alma con lo que creen ver tus ojos. Dios nos ha dado el entendimiento para que el corazón lo use, tú confundías este yelmo con bacía de barbero, y para el gigante Frestón, mi espada no es más que un imperdible que sujetara su capa. La realidad, Sancho es la que el corazón nos dice, y con ella por delante apreciaremos la verdad. Las simplezas nos engañan y entretienen. Sancho vela más por tu alma y la mía, porque esta tierra está embrujada y más nos valdría tener cuidado de ello. Sancho mantuvo silencio ante las frases tan complejas y fieras de su amo, pero meditaba en silencio mientras ayudaba a levantar el cuerpo magullado de su amo. Pero después de contemplar al maltrecho Rocinante, no pudo contenerse y dijo: Mal haya la diferencia que vuestra merced aprecia entre realidad y verdad, pero este pobre caballo no merece tal confusión. Él vive para serviros y seros útil y ni en sus entendederas ni en las mías caben los vaivenes que este triste destino de malas aventuras nos viene ofreciendo. Quiera Dios que pronto terminen estos encantamientos, y podamos vivir en paz. Que Dios nos a traído a este mundo para mejor pasarlo, ya las carencias se encargan de hacernos sufrir, para además vayamos buscando tres pies al gato. Que la tierra se trague a gigantes y brujos maléficos. Que yo sólo extraño a mi dulce mujer Teresa y sus potajes, que con ella nunca aparecieron maleficios ni maldades.
Sancho- dijo don Quijote- simple es tu vida. Para llegar a ser hombre de provecho, debes tener miras más altas, y obrar buscando hacer el bien, que los entuertos los pone el diablo. Y Dios nos pone a prueba con las armas de caballería para acercarnos a su diestra. Sancho calló por miedo del demonio y juntos emprendieron la búsqueda del sendero que los llevara por camino conocido.

Toño dijo...

Según un estudio de la Universidad de Alcalá de Henares, si alquien quiere escribir algo en este blog cuya entrada más visitada con diferencia abrumadora es ésta, bendito Quijote, bendito Sancho, y desea tener probabilidad de que alguien lo lea, basta con que lo escriba a continuación:

Maria José dijo...

Vienes a buscarme
siempre a escondidas,
como una bandida
huyendo del sol.
Vienes y no avisas,
aunque yo te espero
puesto ya el sombrero
sobre el corazón.
Tienes tú la culpa
de que te regañe,
eres la culpable
de esta sinrazón.
Tengo yo la culpa
por hacerte caso,
siempre con retraso
pones mi reloj.
Te sigo los pasos,
hundo mis pisadas
en la nieve helada
que hay sobre el colchón.
No digas mi nombre,
que no sepa nadie,
ni el viento ni el aire,
ni siquiera el sol.
Que no puedan darte
mil y una razones
para que abandones
esta tentación.




Mª José Olivares