jueves, 29 de noviembre de 2012

Diccionarios


El ejercicio de hoy es simple:
elige dos o tres palabra y defínelas a tu manera. Un ejemplo podría ser éste:

CLUB:
conjunto de personas al que no pertenecería nunca Groucho Marx.

DE:
preposición que indica propiedad, contenido, origen, ascendencia, relación.

ESCRITURA:
A. Endiosamiento del hombre al querer atrapar en arcilla, papel, tela o formato digital las palabras que en teoría corresponden a los pansamientos que alguien cree que una vez tuvo.
B. Origen de la contabilidad y de los bancos.

Nos vemos el día 4 de diciembre a las 19 h en la Biblioteca de Guadalajara.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Ejercicios de estilo

Una forma de contarlo es ésta:

Notaciones

En el S, a una hora de tráfico. Un tipo de unos veintiséis años, sombrero de fieltro con cordón en lugar de cinta, cuello muy largo como si se lo hubiesen estirado. La gente baja. El tipo en cuestión se enfada con un vecino. Le reprocha que lo empuje cada vez que pasa alguien. Tono llorón que se las da de duro. Al ver un sitio libre, se precipita sobre él.
Dos horas más tarde, lo encuentro en la plaza de Roma, delante de la estación de Saint-Lazare. Está con un compañero que le dice: «Deberías hacerte poner un botón más en el abrigo.» Le indica dónde (en el escote) y por qué.


... pero hay muchas otras formas incluido el caligrama de la imagen:


Onomatopeyas
En la plataforma, plas, plas, plas, de un autobús, tuf, tuf, tuf, de la línea S (en el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba), ¡pii!, ¡pii!.. pintarrajeado de rojo, a eso del medio ding-dong-dingdong día, gemía la gente apretujada, ¡aj!, ¡aj! Y he aquí quiquiriquí que un gallito gilí, jtururú!, que, iPuaf!, llevaba un sombrerucho, ¡fiu!, se volvió cabreado, brr, brr, contra su vecino y le dijo, hm hm: «Oiga, usted me está empujando adrede.» Casi se pegan, plaf, smasch, pero en seguida el pollo, pío, pío, se lanzó, izas!, sobre un sitio libre sentándose en él, ploc.
El mismo día, un poco más tarde, ding-dong-dingdong, vuelvo a vedo, junto a la estación, ¡fss!, ¡fsss!, ¡puu!, ¡puu!, charrando, bla, bla, bla, con otro efebo, ¡tururú!, sobre un botón del abrigo (trr, trr, precisamente no hacía calor...)
Y chim-pum.


Alejandrinos
Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, en la mañana, resignado subía
Al ómnibus completo de viajeros banales,
Muchedumbre aburrida de rostros casi iguales.
Había un vulgo errante municipal y espeso
Que al pasar empujaba anárquico y avieso.
Un joven petimetre de luengo y seco cuello
y sombrero sin cinta —que bien me acuerdo de ello—
Se enojó con un viejo al que gritó, nervioso,
Que cesara al momento de empujar tan ansioso;
y al punto raudo y serio viendo un asiento huero
Se lanzó de éste en pos, raudo como un velero.
Al cabo de dos horas y en la misma jornada
Me lo vuelvo a encontrar, del azar por jugada,
Hablando y departiendo con un supuesto amigo
Acerca de un botón que faltaba en su abrigo.


Exclamaciones

¡Ostras! ¡Las doce! ¡Hora de coger el autobús] ¡Cuánta gente! ¡Cuánta gente! ¡Qué apreturas! ¡Qué gracia! ¡Ese pollo! ¡Qué jeta! ¡Y qué cuello! ¡Setenta y cinco centímetros! ¡Por lo menos! ¡Y el cordón! ¡Vaya cordón! ¡No lo había visto! ¡El cordón! ¡Es lo más gracioso! ¡Sí, eso! ¡El cordón! ¡En el sombrero! ¡Un cordón! ¡Gracioso! ¡Muy gracioso! ¡Y mira cómo se cabrea! ¡El del cordón! ¡Con un vecino! ¡Lo que le larga!
¡Mira el otro! ¡Que le ha pisoteado! ¡Se van a dar de tortas! ¡Seguro! ¡A que no! ¡A que sí! ¡Dale! ¡Dale! ¡Párte le la cara! ¡Venga! ¡Atízale! ¡Mecachis en la mar! ¡No!
¡Se arruga! ¡El tío! ¡Y qué cuello! ¡Y qué cordón! ¡Mira cómo vuela al asiento! ¡Allá va! ¡El tío!
¡Mira! ¡Anda! ¡No! ¡No me equivoco! ¡Es él! ¡Seguro! ¡Allí! ¡Allí mismo! ¡En la plaza de Roma! ¡Delante de la estación de Saint-Lazare! ¡Paseándose de arriba abajo! ¡Y con otro tipo!¡Y las tontadas que le está diciendo el otro! ¡Que se añada un botón! ¡En el abrigo! ¡Sí! ¡Sí! ¡En el abrigo!


Ampuloso

A la hora en que comienzan a agrietarse los rosados dedos de la aurora, cabalgaba yo, cual veloz saeta, en un autobús, de imponente alzada y bovinos ojos, de la línea S de sinuoso periplo. Advertí, con la precisión y agudeza del indio presto al combate, la presencia de un joven cuyo cuello era más largo que el de la jirafa de pies ligeros, y cuyo sombrero de fieltro hendido estaba ornado con una trenza, cual héroe de un ejercicio de estilo. La funesta Discordia de senos de hollín vino con su boca hedionda por desdén del dentífrico;
la Discordia, digo, vino a inocular su maléfico virus entre este joven del cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero, y un viajero de borroso y farináceo semblante. Aquél dirigióse a éste en los siguientes términos: «¡Oígame, malvado ser, diríase que usted me está pisoteando adrede!» Así exclamó el joven del cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero y fue, presto, a sentarse.
Más tarde, en la plaza de Roma, de majestuosas proporciones, reparé de nuevo en el joven del cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero, acompañado de un camarada, árbitro de la elegancia, el cual profería esta crítica que me fue dado percibir con mi ágil oído, crítica dirigida a la indumentaria más externa del joven del cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero: «Deberías disminuirle el escote mediante la adición o elevación de un botón en la periferia circular. »


Raymond Queneau recoge en total 99 formas de contarlo en sus Exercises de style que nos llegan así de bien gracias a la traducción de Antonio Fernández Ferrer. Queneau es uno de los abuelos de este blog y os recomiendo leer todo lo que podáis de él y de su pandilla, OULIPO, con Perec entre ellos. Mientras tanto os invito a jugar inventando un estilo nuevo. A primera vista uno cree que la versión más certera es la primera, pero ¿a ojos de quién?

viernes, 16 de noviembre de 2012

Escribamos Intimidad otra vez



Buscando inicios intensos recordé éste. Os aseguro que el libro no baja en intensidad, pero también os digo que no es muy recomendable si vuestra relación de pareja está en crisis. O tal vez sí. A fin de cuentas la terapia de pareja sirve para ayudar a que la pareja siga junta o para ayudar a que se separe. 

Hanif Kureishi publicó este libro en 1998 y yo lo debí leer al año siguiente, cuando salió en España. 

El otro día en el Club hicimos el siguiente ejercicio: leímos el principio y después escribimos finales, continuaciones e incluso fragmentos previos para volver a escribir Intimidad. Así que aquí os dejo el principio traducido por Mauricio Bach y los comentarios vacíos para que escribáis vuestra parte de la nueva novela:


Ésta es la noche más triste, porque me marcho y no volveré. Mañana por la mañana, cuando la mujer con la que he convivido durante seis años se haya ido a trabajar en su bicicleta y nuestros hijos estén en el parque jugando con su pelota, meteré unas cuantas cosas en una maleta, saldré discretamente de casa, esperando que nadie me vea, y tomaré el metro para ir al apartamento de Victor. Allí, durante un periodo indeterminado, dormiré en el suelo de la pequeña habitación situada junto a la cocina que amablemente me ha ofrecido. Cada mañana arrastraré el delgado y estrecho colchón hasta el trastero. Guardaré el edredón impregnado de humedad en una caja. Y recolocaré los almohadones en el sofá. 

No pienso volver a esta vida. Me resulta imposible. Tal vez debería dejar una nota para decírselo: «Querida Susan: No voy a volver...» Tal vez sería mejor telefonear mañana por la tarde. O quizá podría venir a verla durante el fin de semana. Todavía no he decidido los detalles. Es casi seguro que no le comunicaré mis intenciones ni esta tarde ni esta noche. Lo voy a posponer. ¿Por qué? Porque las palabras son acciones y provocan acontecimientos. Una vez pronunciadas, no puedes retirarlas. Será algo irrevocable, y tengo miedo y estoy indeciso. De hecho, estoy temblando, y llevo así toda la tarde, todo el día. 

Ésta, pues, puede ser nuestra última tarde como una familia honesta, completa e ideal, mi última noche con una mujer a la que conozco desde hace diez años, una mujer sobre la que lo sé prácticamente todo y junto a la que no quiero seguir más tiempo. Dentro de poco seremos como extraños. No, nunca seremos eso. Herir a alguien es un acto de involuntaria intimidad. Seremos conocidos peligrosos con una historia en común. Aquella primera vez que ella puso su mano sobre mi brazo..., ojalá le hubiese dado la espalda. ¿Por qué no lo hice? El desperdicio, qué pérdida de tiempo y sentimientos. Ella ha dicho algo similar sobre mí. ¿Pero realmente hablamos en serio? Estoy hecho un completo lío sobre todas estas preguntas.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Hoy huelga?


Hoy estoy de huelga.

Yo hago huelga porque estoy convencido de que protestar sirve y si no, que se lo digan a los de la plataforma Stop Desahucios y a los del Hospital de la Princesa. Por cierto, que sus métodos son para copiarlos.

Creo que si no protestas asumirán que tú acatas y yo no acato aunque discuta los motivos y los procedimientos de los sindicatos.

Creo que por ejemplo, un pais con menos impuestos para los que más ganan y con peor educación y sanidad pública será un país peor.

Creo que si la salida de este capitalismo es un capitalismo más salvaje, eso no es una salida, es una espiral.

Acabo de leer esté artículo y me he cabreado aún más. ¿Cuáles son vuestros motivos?

(Os pego un enlace de poesía y huelga, que se note que somos un club de escritura.)

martes, 6 de noviembre de 2012

Historias de avión


El otro día, por azares de la vida, pasé volando por encima de los Alpes y sus nieves perpetuas. En ese momento no me atreví a sacar el móvil por si me regañaban las diligentes y maquilladas azafatas, pero cuando pasamos por encima del mar y llegamos otra vez a la costa vi el cabo de Creus, Cadaqués y la bahía de Rosas y le hice un par de fotos. No os lo vais a creer, pero en el trayecto ví el circuito de Cataluña y el del Jarama. Los reconocí por una colección de cromos que hice hace treinta años. Ya sé que no tienen un gran valor cultural, pero es lo que vi y cuando fui a fotografiarlos habían pasado de largo; los aviones van rápido. Después pasamos encima del Tajo y de Trillo (ver foto) con sus inquietantes torres de refrigeración, y también vi la muela -mucho más chata desde el aire-, el colmillo, y el cerro de Hita.
Por un lado todo me parecía muy pequeño, pero también muy grande.

¿Nos contáis una historia de avión?