domingo, 21 de diciembre de 2014



https://mundoconlibros.files.wordpress.com/2014/12/mondiano.jpg

Todos vivimos atrapados en un cuerpo y en un tiempo. Algunos lo aceptan, otros no.
Todos pensamos en Bill Murray y su día de la marmota llegados a este punto.
Modiano reflexiona así en su discurso de Nobel:

"Un novelista está marcado de forma indeleble por su fecha de nacimiento y por su tiempo, incluso si no ha participado de forma directa en la acción política, incluso si da la impresión de ser un solitario, atrincherado en lo que llaman su torre de marfil... Prisionero de su tiempo, un narrador está marcado por la percepción de la época en la que ha nacido y en la que vive".

No he leído nada de Modiano y me apetece.

El ejercicio de hoy es un ejercicio de búsqueda. Contadnos en los comentarios todo lo que encontréis de interés de Mondiano, lo que encontréis en su biografía, en sus libros. Lo que sea que os interese. Al final haremos como una entrada de la Wikipedia, sólo que más desordenada y a lo menor más bella, alrededor de este hilo del tiempo y su capacidad para atraparnos...

viernes, 12 de diciembre de 2014

Utopía


Ante todo, gracias al autor de esta pintada.
Utopía.
No os digo más.
Yo os pongo el título y vosotros escribis debajo.

martes, 9 de diciembre de 2014

Los escritores suicidas


El lunes 15 presento, a las 19:30, mi libro Los escritores suicidas en el Círculo de Bellas Artes. Invitados estáis. Me ayudarán en la presentación Javier López-Roberts que hará de maestro de ceremonias, Roberto Longhi que nos contará lo que le parece el libro a un psicoanalista y Pepe Callejas que nos hablará desde la perspectiva del lector.

Ya os contaré más adelante muchas de las historias que contiene este libro. Sin embargo, hoy me quedo con la historia del escritor suicida que ya había hecho sus preparativos, había redactado y corregido su nota de despedida y cuando se disponía a llevar a cabo sus planes se encontró con un amigo al que llevaba años sin ver y que se empeñó en invitarle a comer. En los postres cambió de idea y decidió ser escritor a secas.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Taller Cortázar en construcción (IV)

No sé qué hacer con esta entrada... Todavía. De momento os dejo esta portada para leerla y fijaos en el billete de metro...

martes, 25 de noviembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó yV (por el momento)

 
Después de los relatos de terror, un ejemplo de relato terrorífico de nuestro Quim Monzó. Espero ver los vuestros en los comentarios.

Mi hermano

Un mediodía de Navidad, en plena comida y sin que ninguna enfermedad o aviso previo —ni tan siquiera pequeño y discreto— nos hubiese inducido a sospechar problema alguno de salud, mi hermano se murió. No había sido nunca un muchacho muy activo —se mareaba a menudo, y no le gustaba jugar fútbol, ni emborracharse con los compañeros cuando íbamos al restaurante chino de detrás de la escuela, no tanto porque la comida fuese barata como porque en el momento de pagar nos invitaban a vasitos de licor sin preguntarnos la edad—, pero tampoco era enfermizo, ese tipo de muchacho que enseguida se ve que no está bien del todo. Por eso papá y mamá se quedaron en tal estado de shock que no acababan de entender qué pasaba en realidad. En el fondo supongo que no querían entenderlo, porque se de verdad hubieran querido les habría sido muy fácil darse cuenta: Toni estaba bien muerto, allí delante de ellos, y si no atinaban a verlo era porque quizá no podían permitírselo. Papá trabajaba en una tienda de taxidermia en la plaza Reial; era un buen padre y un buen marido, y no tenía ningún vicio, a excepción de una enorme caja de madera que escondía en el armario, con revistas de señoras desnudas y con la entrepierna difuminada, cerrada con un candado que mi hermano y yo abríamos cuando nos dejaban solos en casa. Por las tardes, mamá llevaba la contabilidad de una pequeña empresa de construcción. No éramos la foto de familia feliz que sale en los anuncios de cocinas y frigoríficos, pero tampoco nos ahogaba la depresión. Vivíamos al día y no ahorrábamos mucho porque nuestros estudios y la hipoteca del piso devoraban los sueldos. Al cine no íbamos nunca. Como gran desembolso semanal , cada sábado papá compraba el diario deportivo  para informarse de los partidos que se jugaban el fin de semana. Compraba el del sábado porque así tenía dos días para leerlo de cabo a rabo; comprar el del domingo le parecía un dispendio exagerado si sólo tenía un día para leerlo. El domingo veíamos siempre el partido que daban por la tele, fuese el que fuese y aunque los equipos nos cayesen tan lejos que nos costase incluso situarlos en el mapa. Cuando me llegó la adolescencia, los sábados y los domingos mamá insistía en que saliese con amigos; no quería que fuese lo que ella llamaba "un niño de piso". "Encerrado todo el día en casa no tendrás nunca amigos, ni encontrarás una chica que se case contigo". Mi hermano, dos años más pequeño que yo, se reía; le hacía gracia eso de las chicas y de casarse. Yo prefería quedarme en casa, viendo con papá los partidos de fútbol de la tele.
Lo de Toni fue justo después que mamá hubiese llevado a la mesa la fuente con el turrón y los barquillos. Nos habíamos comido la sopa, el cocido y el pollo relleno, y de repente, como si fuese lo más normal del mundo, la cabeza de mi hermano se decantó hacia delante, muy despacio, hasta clavar la cara en el plato de turrón. Papá y mamá se quedaron helados. Con sólo tocarlos se hubiesen resquebrajado de hacerse añicos. Los vi tan incapaces de reaccionar que, en una crítica milésima de segundo, decidí hacer, yo también, como si no me diera cuenta. De hecho no le miraban: miraban la mesa, justo al frente, forzando la vista para no verlo, tan indefensos que, para que no sufriesen, al menos de momento, pasé la mano por la espalda de Toni y, para enderezarle el torso, le estiré el cuello del jersey. Como toda esta actividad necesitaba una justificación que la hiciese mínimamente verosímil, cogí la servilleta y le limpié los labios. Era un momento de trámite, porque, en cuanto quisiésemos, podríamos volver atrás: cualquiera de los tres —papá, mamá o yo— podía echarse a llorar y proclamar a los otros dos la verdad evidente. Pero nadie se atrevía. Seguro que ninguno de los tres pensaba en aquel momento que la intención fuese negar que había muerto. Los tres —yo con aquel tirón del cuello y aquel pasarle la mano por el brazo por la espalda mientras le limpiaba los labios; ellos haciendo como que no se daban cuenta— pretendíamos, a lo sumo,  retrasar el momento de las prisas y los llantos. Siempre me destrozaba el corazón ver a mamá llorar, y a papá no lo había visto llorar nunca, ni tan siquiera cuando la muerte súbita de mi hermana, en la cuna. Los recuerdo al lado del ataúd pequeño y blanco, mamá deshecha en lágrimas y papá con los ojos enrojecidos. Ahora, mientras limpiaba los labios muertos de Toni, aún me justificaba pensando una y otra vez que lo que en definitiva hacíamos era, únicamente, retrasar un poco el instante de enfrentarnos con la verdad. Fue en el momento en que papá se dirigió a él con naturalidad  aparente —"Me parece que has bebido demasiado, Toni"— cuando entendí que no tenían prisa alguna por aceptar la evidencia y que aquel "me parece que has bebido demasiado, Toni" me lo dirigía más a mí que a Toni, que ya no lo podía oír, ni lo podría oír nunca más. Por eso accedí a su súplica silenciosa y, para ayudarlos a simular aquella fantasía confortable, de repente me puse en pie, cogí a Toni por los sobacos y lo levanté de la silla mientras decía: "Venga, vamos, te acompañaré a la cama. Has comido demasiado".
Cambié la recriminación de la bebida por la de la comida porque consideré qué, incluso inconscientemente, papá y mamá agradecerían que no lo tildase de borracho en aquella última ocasión. La verdad, además, es que apenas había bebido media copa de champán y, en cambio, se había comido la sopa, había repetido de cocido y, dos veces, de pollo relleno, y si no había empezado a atacar simultáneamente los barquillos y el turrón era porque de repente se había quedado seco. Con mi brazo derecho por detrás de su espalda, hasta el sobaco por donde le sujetaba, y su izquierdo alrededor de mi cuello y sujetándole la mano para que no se cayese, lo llevé a la habitación que compartíamos. Lo senté en una silla, con la cabeza sobre el escritorio, dudando si debía pasar por el trance de desnudarlo y ponerle la pijama. Pero era evidente que debía pasar por él si d de lo que se trataba era de simular con un poco de coherencia  que todo continuaba como si tal cosa. Si le metía en la cama vestido, no podríamos aparentar que no había pasado nada. Así pues, me apliqué con toda la inexperiencia de la primera vez. Sólo quien ha vestido o desnudado a un muerto sabe lo difícil que es, porque todos y cada uno de los miembros coinciden en tener lo que , con toda lógica, se denomina peso muerto, y cuando crees que por fin has metido un brazo por una manga, todo el cuerpo se decanta hacia el otro lado y tienes que calzarlo como sea —con tu pecho, con la pierna, la espalda— y seguir adelante: la otra manga, la pernera derecha, la pernera izquierda...
Salí de la habitación sudando. En el comedor me esperaban papá y mamá, con cara ansiosa,   suplicándome con los ojos que no les deshiciese aún el engaño. "Se ha quedado dormido enseguida", dije. Respiraron aliviados. "Eso es que ha comido demasiado", dijo mamá, excesivamente tensa para improvisar una opinión nueva. "Y ha bebido demasiado. ¡Una botella de champán se han bebido entre los dos!". Era papá quien exageraba. "Si ahora duerme, después se encontrará mejor", dijo mamá. "Pero se despertará a la hora de ir a dormir y entonces por la noche no dormirá", se quejaba papá. "¿Y qué?", decía mamá, "lo importante es que ahora duerma".
Encerrado en la habitación, me quedé sentado junto a mi hermano y, como él tenía el rostro sereno, era como si aún pudiese despertar en cualquier momento y decir: "Bueno, va, basta de broma. Os lo habéis creído, ¿verdad?" Estaba en la cama, con el pijama de rayas azuladas, la mano sobre el embozo y los ojos abiertos. Tenía la piel fría. ¿Y pálida? No mucho. a las ocho y pico consideraré que ya llevaba suficiente rato allí con él. Total ¿para qué? Fue al comedor para anunciar que Toni no cenaría. Mamá levantó el dedo como si yo fuese el culpable.: "Ya te decía yo que había comido demasiado". "No es sólo lo que ha comido. ¡Una botella de champán se han bebido entre los dos!", decía papá, obsesionado en prevenirnos de los peligros del alcohol, que se habían llevado a la tumba a su hermano pequeño. Me senté y comí cuatro trozos de turrón; no tenía más hambre. Después volví a la habitación, contemplé un instante a Toni, me puse el pijama, me metí en la cama y empecé a leer. A las once y pico, papá y mamá vinieron a darnos las buenas noches. Cogidos de la mano y recortados en el rectángulo de luz de la puerta, no se decidían a entrar. Me di cuenta de que de repente se habían hecho mayores y frágiles. Nos dieron un beso. Primero a Toni y luego a mí. Mamá lo arrebujó con la manta y la sábana. A mí me hablaba bajo para o despertarlo: "Apaga la luz, que con tanta luminaria no debe poder dormir bien".
Dormí como un tronco, más horas de las que había imaginado, y cuando me desperté me desconcertó encontrar a Toni exactamente como lo había dejado. La misma postura, la misma mano sobre el embozo. Pero ¿cómo tenía que haberlo encontrado, si no? ¿Qué esperaba? ¿Que en media noche se hubiera dado la vuelta en medio de un sueño y todo hubiese resultado un delirio de Navidad? Dejé para otro día la tarea de ducharlo y le vestí enseguida, antes de vestirme yo. Los esfuerzos del día anterior para desnudarlo y ponerle el pijama se repitieron ahora para quitarle el pijama y vestirle. Quedé tan sudado que fui yo quien, acto seguido, se duchó con prisa. En el comedor, papá y mamá nos recibieron con una sonrisa que mezclaba agradecimiento e impaciencia. Mamá consideró que Toni tenía mejor aspecto.
Cada día que pasaba lo vestía y desvestía con más rapidez, y pronto conseguí que se sentase en la silla, y se levantase, con una naturalidad aceptable, y que incluso esbozase alguna sonrisa o levantase irónicamente la ceja derecha. Pasé las dos semanas de vacaciones en casa, liado con los libros de taxidermia de papá. Llevarlo al instituto fue más complicado. De entrada, la dificultad de subirlo al autobús sin que cayese a cada momento, y sin parecer que llevaba a un borracho. Pero cada día que pasaba me desenvolvía mejor. Los días peores eran aquellos en los que no encontraba asiento libre y tenía que sujetarlo todo el rato, disimuladamente, con mi brazo derecho por detrás de su espalda, aferrándolo por el sobaco, y con su brazo izquierdo alrededor de mi cuello para, asiéndole la mano izquierda, evitar que se cayera al tomar las curvas. En el instituto, primero lo llevaba a su clase y lo sentaba en su pupitre, explicaba que se había mareado y que enseguida estaría bien, y yo me iba hacia mi clase. si me preguntaban, les hablaba de los mareos que sufría desde pequeño y que ahora se le habían hecho constantes. Por fortuna, Toni había sido siempre un muchacho callado, que nunca en la vida había levantado el dedo en clase para contestar ninguna pregunta. La masificación escolar hacía el resto. Con cerca de una cincuentena de alumnos por aula, si se es discreto es fácil pasar desapercibido.
Un mediodía salí de matemáticas, corriendo para ir a buscarlo, y descubrí que no estaba. Un compañero que aún recogía sus libros, en un pupitre en la otra punta del aula, me dijo que se lo habían llevado a la enfermería. Lo encontré en una litera. El encargado de la enfermería me dijo que tendríamos que averiguar el porqué de todos esos desmayos, no fuera que tuviese anemia.
—Tendríais que hacerle una analítica.
Le dije que de acuerdo y ya no hemos vuelto a hablar del asunto. Poco a poco he ido mejorando la técnica para ducharlo y afeitarlo. Ahora subo con él al autobús y al metro con gran agilidad. A menudo se me repite un sueño: yo soy el muerto pero no lo sé, y para no violentarme, mi hermano finge que el muerto es él mientras, disimulando la verdad, me lleva de un lado a otro. Es él quien, con el brazo que me pasa por detrás de la espalda, me aguanta y me hace cumplir con las rutinas de la vida diaria. Es un sueño que me hace feliz y me ayuda a llevar adelante esta complicada vida junta que llevamos. Hubo, eso sí, un momento crítico: cuando encontró novia, Teresa, una chica que de forma especia valora en él que sepa escuchar, una actitud nada habitual en otros hombres, dice. Me pareció que no conseguiría salir adelante. Sobre todo cuando decidieron ir a vivir juntos y tuve que convencerla de los motivos inexcusables —inventados sobre la marcha— por los que yo también tenía que ir a vivir con ellos.
Seis años más tarde murió mamá y, al cabo de pocos meses, papá, que sin ella se deshizo como un helado al sol de agosto. Pensé que al haber muerto nuestros padres, por fin había llegado el momento de dejar de fingir. Pero le doy vueltas y más vueltas, y siempre acabo por no atreverme. En parte porque esta dedicación obsesiva a mi hermano, este vivir por persona interpuesta, me ha ahorrado todos estos años tenerme que relacionar demasiado con gente, tener que ser realmente yo, y en parte por Teresa, que no sé si soportaría saber la verdad.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Entrada en construcción...


Como ya pasó el año pasado, me han pedido que prepare algo para leer en la noche del terror del festival eñe (a las 23h). Lo he tenido claro, quiero leer o contar leyendas urbanas. De momento tengo está que me llegó el otro día por Wasap, aunque hay gente por aquí que asegura todavía que ha pasado de verdad. Quizá por eso:



COMUNICADO DEL ALCALDE DE MARCHAMALO

Esta tarde, alrededor de las 19:00 horas, se ha denunciado ante la Policía Local de Marchamalo un hecho que me gustaría trasladar a través de todos los canales de comunicación posibles.

Presuntamente, un hombre alto con gorro, que conducía una furgoneta de color blanco con cortinillas en los cristales traseros y varias pegatinas descoloridas y que iba fumando un puro, ha parado a la altura de un niño de 11 años y le ha invitado a subir. Para más datos, y según la declaración del niño, la matrícula puede contener tres “0” (no se ha podido precisar en qué lugar) y una “X”.

El niño ha rehusado la invitación y ha salido corriendo.

Tras conocer estos hechos, Policía Local de Marchamalo ha avisado a todos los cuerpos de policía local cercanos a nuestro municipio, alertándoles de este hecho, al igual que a la Guardia Civil y ya se ha puesto en marcha el protocolo de intervención.

Yo por mi parte he comunicado estos hechos al Sr. Subdelegado del Gobierno para que tome las medidas oportunas a este respecto.

No es mi intención alarmar, ni mucho menos, pero creo que es momento de recordar, y para evitar algún hecho desagradable, a todos los papás y a los niños que no deben nunca montar en vehículos de desconocidos y que si se identifica a una furgoneta que coincida con los datos aquí aportados, inmediatamente procedan a llamar al 112 para que la Guardia Civil o la Policía Local actúen de inmediato.

Os pido que trasladéis este comunicado a quien creáis oportuno. Gracias


También tengo el libro de Jan Harold Brunvand, que tiene tela.
De momento no lo tengo claro, por eso la entrada está en construcción. Acepto sugerencias.
Ahora mismo sólo puedo pensar en los buenos momentos que he pasado en el Círculo, como aquel día o como aquel otro.
Buenas noches y gracias Javier.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Taller Cortázar III


Instrucciones para matar hormigas en Roma

Las hormigas se comerán a Roma, está dicho. Entre las lajas andan; loba, ¿qué carrera de piedras preciosas te secciona la garganta? Por algún lado salen las aguas de las fuentes, las pizarras vivas, los camafeos temblorosos que en plena noche mascullan la historia, las dinastías y las conmemoraciones. Habría que encontrar el corazón que hace latir las fuentes para precaverlo de las hormigas, y organizar en esta ciudad de sangre crecida, de cornucopias erizadas como manos de ciego, un rito de salvación para que el futuro se lime los dientes en los montes, se arrastre manso y sin fuerza, completamente sin hormigas.

Primero buscaremos la orientación de las fuentes, lo cual es fácil porque en los mapas de colores, en las plantas monumentales, las fuentes tienen también surtidores y cascadas color celeste, solamente hay que buscarlas bien y envolverlas en un recinto de lápiz azul, no de rojo, pues un buen mapa de Roma es rojo como Roma. Sobre el rojo de Roma el lápiz azul marcará un recinto violeta alrededor de cada fuente, y ahora estamos seguros de que las tenemos todas y que conocemos el follaje de las aguas.

Más difícil, más recogido y silencioso es el menester de horadar la piedra opaca bajo la cual serpentean las venas de mercurio, entender a fuerza de paciencia la cifra de cada fuente, guardar en noches de luna penetrante una vigilia enamorada junto a los vasos imperiales, hasta que de tanto susurro verde, de tanto gorgotear como de flores, vayan naciendo las direcciones, las confluencias, las otras calles, las vivas. Y sin dormir seguirlas, con varas de avellano en forma de horqueta, de triángulo, con dos varillas en cada mano, con una sola sostenida entre los dedos flojos, pero todo esto invisible a los carabineros y a la población amablemente recelosa, andar por el Quirinal, subir al Campodoglio, correr a gritos por el Pincio, aterrar con una aparición inmóvil como un globo de fuego el orden de la Piazza della Essedra, y así extraer de los sordos metales del suelo la nomenclatura de los ríos subterráneos. Y no pedir ayuda a nadie, nunca.

Después se irá viendo cómo en esta mano de mármol desollado las venas vagan armoniosas, por placer de aguas, por artificio de juego, hasta poco a poco acercarse, confluir, enlazarse, crecer a arterias, derramarse duras en la plaza central donde palpita el tambor de vidrio líquido, la raíz de copas pálidas, el caballo profundo. Y ya sabremos dónde está, en qué napa de bóvedas calcáreas, entre menudos esqueletos de lémur, bate su tiempo el corazón del agua.

Costará saberlo, pero se sabrá. Entonces mataremos las hormigas que codician las fuentes, calcinaremos las galerías que esos mineros horribles tejen para acercarse a la vida secreta de Roma. Mataremos las hormigas con sólo llegar antes a la fuente central. Y nos iremos en un tren nocturno huyendo de lamias vengadoras, oscuramente felices, confundidos con soldados y con monjas.


Después de esta historia casi apocalíptica en la que Cortázar busca exterminar a las hormigas en Roma os propongo que inventéis vuestras instrucciones para exterminar lo que os apetezca, incluidas las hormigas. Hoy toca Roma porque Juan está en Roma y me mandó esta foto.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó IV


El relato que os traigo hoy se titula "La fe". No os cuento más:

-Quizá es que no me quieres.

-Te quiero.
-¿Cómo lo sabes?
-No lo sé. Lo siento. Lo noto.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo que notas es que me quieres y no otra cosa?
-Te quiero porque eres diferente a todas las mujeres que he conocido en mi vida. Te quiero como nunca he querido a nadie, y como nunca podré querer. Te quiero más que a mí mismo. Por ti daría mi vida, me dejaría despellejar vivo, permitiría que jugasen con mis ojos como si fuesen canicas. Que me tirasen a un mar de salfumán. Te quiero. Quiero cada pliegue de tu cuerpo. Me basta mirarte a los ojos para ser feliz. En tus pupilas me veo yo, pequeñito.
Ella mueve la cabeza inquieta.
-¿Lo dices de verdad? Oh, Raül, si supiese que me quieres de veras, que te puedo creer, que no te engañas sin saberlo y por lo tanto me engañas a mí... ¿De verdad me quieres?
-Sí. Te quiero como nadie ha sido capaz de querer nunca. Te querría aunque me rechazaras, aunque no quisieras ni verme. Te querría en silencio, a escondidas. Esperaría que salieses del trabajo nada más que para verte de lejos. ¿Cómo es posible que dudes de que te quiero?
-¿Cómo quieres que no dude? ¿Qué prueba tengo, real, de que me quieres? Tú dices que me quieres, sí. Pero son palabras, y las palabras son convenciones. Yo sé que te quiero mucho. Pero ¿cómo puedo tener la certeza de que tú me quieres a mí?
-Mirándome a los ojos. ¿No eres capaz de leer en ellos que te quiero de verdad? Mírame a los ojos. ¿Crees que podrían engañarte? Me decepcionas.
-¿Te decepciono? No será mucho lo que me quieres si te decepcionas por tan poco. ¿Y todavía me preguntas por qué dudo de tu amor?
El hombre la mira a los ojos y le coge las manos.
-Te quiero. ¿Me oyes bien? Te q u i e r o.
-Oh, «te quiero», «te quiero»... Es muy fácil decir «te quiero».
-¿Qué quieres que haga? ¿Que me mate para demostrártelo?
-No seas melodramático. No me gusta nada ese tono. Pierdes la paciencia enseguida. Si me quisieras de verdad no la perderías tan fácilmente.
-Yo no pierdo nada. Sólo te pregunto una cosa: ¿qué te demostraría que te quiero?
-No soy yo la que tiene que decirlo. Tiene que salir de ti. Las cosas no son tan fáciles como parecen. -Hace una pausa. Contempla a Raül y suspira-. Quizá sí tendría que creerte.
-¡Pues claro que tienes que creerme!
-Pero ¿por qué? ¿Qué me asegura que no me engañas o, incluso, que tú mismo estás convencido de que me quieres pero en el fondo del fondo, sin tú saberlo, no me quieres de verdad? Bien puede ser que te equivoques. No creo que obres de mala fe. Creo que cuando dices que me quieres es porque lo crees. Pero ¿y si te equivocas? ¿Y si lo que sientes por mí no es amor sino afecto, o algo parecido? ¿Cómo sabes que es amor de verdad?
-Me aturdes.
-Perdona.
-Yo lo único que sé es que te quiero y tú me desconciertas con preguntas. Me hartas.
-Quizá es que no me quieres.



El ejercicio de hoy se titulará: "¿Me quieres?" o "¿Me crees?" y tendrá que tratar, inevitablemente, de las profecías que incluyen nuestras palabras y de lo que ocurre cuando se cumplen, cuando no y cuando no se sabe lo que va a pasar.

viernes, 31 de octubre de 2014

Taller Cortázar II

Instrucciones para subir una escalera:

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

No os perdáis las instrucciones para dar cuerda al reloj o las instrucciones para llorar, pero el ejercicio de hoy es escribir vuestras propias instrucciones:
Instrucciones para sobrevivir en...
Instrucciones para olvidar
Instrucciones para levantarse
Instrucciones para volar
Instrucciones para hace sushi
Instrucciones para hacer unas instrucciones...

sábado, 25 de octubre de 2014

Taller Cortazar I



Vamos a jugar con Cortázar un poquito en este año de su centenario.
Empezamos trabajando sin muchos preámbulos. Os propongo que empecemos con el siguiente texto que está incluido en Historias de cronopios y de famas publicado en 1962, un año antes que Rayuela:


Maravillosas ocupaciones

Qué maravillosa ocupación cortarle la pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina.
Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino.
Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas.
Qué maravillosa ocupación tomar el autobus, bajarse delante del Ministerio, abrirse paso a golpes de sobres con sellos, dejar atrás al último secretario y entrar, firme y serio, en el gran despacho de espejos, exactamente en el momento en que un ujier vestido de azul entrega al Ministro una carta, y verlo abrir el sobre con una plegadera de origen histórico, meter dos dedos delicados y retirar la pata de araña, quedarse mirándola, y entonces imitar el zumbido de una mosca y ver cómo el Ministro palidece, quiere tirar la pata pero no puede, está atrapado por la pata, y darle la espalda y salir, silbando, anunciando en los pasillos la renuncia del Ministro, y saber que al día siguiente entrarán las tropas enemigas y todo se irá al diablo y será un jueves de un mes impar de un año bisiesto.


El ejercicio de hoy, como habéis adivinado, es escribir una frase o quince que empiecen así: "Qué maravillosa ocupación..."

miércoles, 15 de octubre de 2014

Time for time


Este Graffiti de Berlín no necesita mucha explicación. ¿Se os ocurre algo que tenga que ver con el tiempo?
A mí se me ocurre esto:

La prisa


Cuando vas en tu coche por los recovecos de la ciudad que conoces a la perfección, encontrar delante a un conductor que no sabe dónde va es desesperante. Va demasiado despacio. Mira a derecha e izquierda y tú lo sabes porque el coche no va exactamente por el centro de la calzada; va un poco a la derecha o un poco a la izquierda y cambia de lado como si hubiera visto a alguien, como si quisiera aparcar. De repente ese coche despistado que te precede casi se detiene, pero no. Casi se aparta y estás a punto de poder sobrepasarlo en una de esas calles estrechas que podrías recorrer sin esfuerzo con los ojos cerrados, pero no. Mascullas una maldición y el pobre hijo de su madre parece que te oye, aunque sea a la segunda o a la tercera y por fin se hace a un lado. Tú lo superas y miras a ver quién era, pero era alguien como tú. En realidad eras tú mismo, cuando no sabías el camino, cuando creías que no sabías el camino y te movías de otro modo. Cuando mirabas a todos lados y te detenías y así nunca viajabas por un túnel que te llevaba a lo mismo  todos los días.


martes, 7 de octubre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó III


Los argumentos de Quim Monzó son la mitad de sus relatos. Por ejemplo, su novela La magnitud de la tragedia cuenta la historia de un hombre que sufre una erección descontrolada. Pero volvamos a los relatos, porque, como pasa con Millás, los relatos de Monzó son tan buenos, que al leer sus novelas uno quizá espera demasiado.

Hoy os traigo otro cuento de El porqué de las cosas. Se titula "La determinación":

Por la tarde, la mujer fatal y el hombre irresistible se encuentran en un café de paredes color ocre. Se miran a los ojos; saben que esta vez será la última. Desde hace semanas, a uno y otra se les viene haciendo evidente la fragilidad del hilo que los ha unido desde hace más de tres años y que los hacía llamarse a todas horas, vivir el uno para el otro; una agitación tal que ni las tardes de domingo eran aburridas. Ahora el hilo está a punto de romperse. Ha llegado el momento de poner en duda el amor que se tienen y, en consecuencia, acabar.
Antes se veían casi todos los días, y cuando no se veían se llamaban por teléfono. En las últimas semanas apenas se han visto tres veces, y los encuentros no han sido alegres. Sin habérselo dicho, los dos saben que el encuentro de hoy es para despedirse irremisiblemente. Han llegado a tal grado de compenetración que a ninguno de los dos le hace falta explicitar que se aburre; los dos se percatan simultáneamente. Se cogen de la mano y recuerdan (cada cual para sí, en silencio) la perfección fornicatoria a que han llegado últimamente: ellos mismos se maravillan. No es extraño que al lado de semejantes acrobacias el resto de sus vidas les parezca insípido. Toma café, se dicen adiós y se va cada uno por su lado. Ella se ha citado a cenar con un hombre; él se ha citado a cenar con una mujer.
Después de los postres, la mujer fatal tarda una hora y media en irse a la cama con el hombre con el que se ha citado. El hombre irresistible tarda tres en irse a la cama con su acompañante. Ambos se descubren haciéndolo con tanto torpeza que se emocionan. ¡Qué pasividad! ¡Qué impericia! ¡Cuánta ansiedad! ¡Cuanta impaciencia! Les queda por recorrer un camino muy largo antes de llegar con los nuevos amantes a la perfección a la cual han dicho adiós esta tarde, con un café.


El ejercicio de hoy consiste en imaginar un argumento con dos arquetipos que pondremos frente a frente. En el relato de arriba son la mujer fatal y el hombre irresistible, pero vosotros tenéis que imaginar otros y hacer que surja algo entre ellos.

La mujer desordenada y el hombre que tenía su ropa clasificada por colores se quedaron encerrados en un ascensor de los antiguos....

El hombre lobo se cruzó con la chica depresiva a la que el médico había recomendado tomar baños de sol por su trastorno estacional. Él volvía y ella iba...

El hombre que tenía fobia al agua conoció por casualidad a una sirena...

La mujer impulsiva conoció al psicópata de turno...

El aprendiz de escritor se encontró con su musa una tarde de invierno...

miércoles, 1 de octubre de 2014

Vida


Miquel Martí i Pol es un poeta catalán del que había oído hablar y que una amiga me recomendó. Casi siempre que voy a su casa cojo este libro de la estantería, pero la barrera del idioma hace que no lo abra del todo y lo vuelva a cerrar. El otro día me pasó algo distinto. Lo abrí, empecé a leer y vi que entendía lo que decía y seguí leyendo.

Os dejo, dentro del libro de arriba, algunos de sus "Pensaments", los que se titulan "vida" y otros que tratan del mismo tema. En realidad, son fragmentos de poemas del autor, así que nos queda tarea...:

(vida)
La vida és un vaivé misterios.

(vida)
També és la vida aquesta angoixa d'ara
l'estranyesa d'un temps que cansa sense omplir;
també és la vida aquest perdre's en tot
sense saber ben bé quin camí fem.
(vida)
No pots desar la vida en un calaix
ni esborra les petjades dels camins
que ja mai més tornarás a recórre.
Els anys adversos fan la mateixa ombra
que els anys fecundas.

(vida)
i a cada instant gasteu tota una vida
perquè no hi ha futur que no us pertanyi,

(vida)
Tu que em coneixes, saps que sóc aquell que estima
la vida per damunt de qualsevol riquesa,
l’èxtasi i el turment, el foc i la pregunta.

(escriure)
Escric per viure.
O bé al revés, tal volta:
visc per escriure.

(viure)
Faig jurament de viure

(vida)
La vida és tot allò que no tenim.

(vida)
La vida sempre té raó


Y si queréis leer más, aquí tenéis el enlace de Twitter en el que La Vanguardia pidió a sus lectores que recogieran textos del poeta hace poco menos de un año en el décimo aniversario de su muerte.

El ejercicio de hoy es escribir:
(vida)
y algo debajo o no. Quizá baste con salir a la calle.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Formas de viajar




EL VIAJERO
para Javier Egea

Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.

Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.

Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.

Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.

No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.

PRADO, BENJAMÍN



De los poemas-regalo de ayer, uno era éste. El papel amarillo no venía firmado, pero Internet apuntó a Benjamín Prado.

Señores y señoras viajeros, ¿Cómo lo ven ustedes?
¿Cómo viajaremos a partir de ahora?



sábado, 27 de septiembre de 2014

Poesía y prosa con Nicanor Parra


En la foto hay una serie de postales con poemas de Nicanor Parra que me regaló Garbancito. La verdad es que con este fondo a lo que más me recuerda es al famoso desnudo de Marilyn. Ésa Marilyn joven con ganas de abrirse paso. La diferencia es que estos poemas son los de Nicanor Parra, un hombre que acaba de cumplir 100 años y sigue a vueltas con la poesía o con la antipoesía o con lo que toque.

Hoy vamos a darle vueltas a la poesía y a la prosa. Aparte de lo que se puede leer en la imagen os pego los siguientes poemas y fragmentos de Parra:


POR EVITAR LA TRAMPA DEL VERSO

Los escritores suelen caer en la prosa
Que es un vicio tan tonto como el otro
Cosa que no ocurre con Rulfo

No se diga que Rulfo escribe en prosa


(...)
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
(...)


LA
POESÍA
MORIRÁ
SI NO
SE LA
OFENDE

hay
que poseerla
y humillarla en público
después se verá
lo que se hace



LOS DETRACTORES DE LA POESÍA


Van a tener que pedirnos perdón en cuclillas

Ha quedado de manifiesto
Que se le puede hacer la pelea a la prosa:
La cenicienta de las bellas letras
No tiene nada que envidiar a sus hermanastras

Goza de buena salud
En opinión de justos y pecadores
Señores Fukuyama
Gombrovicz
....... Stendhal
Platón & Cía. Ilimitada



El ejercicio de hoy es escribir sobre prosa y poesía. Para ver qué es lo que nos une y alguna cosa más. Ah, y felicidades, Nicanor.
Por cierto, si queréis escuchar poemas con su voz, venid aquí.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó II


El otro día encontré en casa de una amiga un ejemplar de El porqué de las cosas que le había regalado en el año 2000. Ya os conté que yo no lo tengo porque siempre lo regalo. Si os preguntáis por la dedicatoria, claro que hay una, si no, de qué me iba a acordar yo que fue en el año 2000, pero oye, no es mía y no estaría bien sacarla aquí.
Pero a lo que vamos, que estamos en nuestro curso de relatos. Hoy un relato dedicado especialmente a Rubén, por haber aguantado todos estos años participando en el blog y por haber hecho alusiones sexuales directas en todos y cada uno de sus textos. Bueno, tal vez exagero cuando digo todos, pero poco. El relato en cuestión es éste:


Los celos

Tamar pasa una vez más la lengua y, muy lentamente, levanta los ojos hasta encontrar los de Onán.
-Me gusta mucho tu polla.
Está extenuada. cierra los ojos. Al cabo de un rato se ha dormido, con la cabeza sobre el pubis del hombre, que no para de pensar en ello. "Me gusta mucho tu polla." "Me gusta mucho tu polla..." ¿Por qué siempre le dice lo mismo? Desde que se conocen ¿cuantas veces se lo ha dicho mientras descansan? Innumerables. En cambio, nunca le ha dicho que le gusta mucho su brazo derecho, o los omóplatos. Siempre lo mismo: la polla. A veces, Tamar la sostiene en la palma de la mano y la frase es diferente:
-Tienes una polla preciosa.
Ahora ella duerme y el hombre se ha vuelto de lado. Para hacerlo ha tenido que apartarle la cabeza. Dormitando y todo, todavía se aferra a ella. Qué manía con la polla. ¿Es que, de él, solo le gusta la polla? Y él, ¿no le gusta? Eso no lo dice nunca. Al principio le había hecho gracia esa dedicación. Era tierna y excitante. Como cuando él le decía: "Me gusta mucho estar dentro de tu coño" Pero poco a poco la cosa fue cobrando un cariz obsesivo. Es cierto que su polla le gusta mucho. Se lo nota en los ojos, en cómo la observa, en el ritmo de las frases, en la manera de enfatizar la palabra "mucho": "muuucho"
A la mañana siguente lo despierta la boca de Tamar acariciandolo. Onán se aparta, como herido.
-¿Qué haces?
-Me gusta mucho
-¿Te gusta mucho?
-Sí. -Hay un instante de pausa-. Me gusta mucho tu polla.
Otra vez lo mismo.
-Si no tuviese polla, ¿me querrías igual?
Lo mira de reojo.
-¿Qué te ha pasado?
-¿Qué quieres que me pase? No hablas de nada más que de mi polla.
-De tu polla.
-A mí nunca me dices si te gusto.
De un golpe seco, le retira la mano. Tamar se levanta. Está preciosa e indignada.
-Te has vuelto loco.
-Loco no. Pero yo también existo. -Y adrede, para que suene ridículo, agrega en tono agudo-: ¿No te parece?
Tamar se apresura a vestirse. Cierra de un portazo. Los pasos de la mujer resuenan escaleras abajo, cada vez más lejos. Onán se sienta en la cama, se pone la mano derecha debajo del miembro, fláccido, lo levanta un poco y lo contempla, entre exasperado y curioso.




¿Verdad que es muy muy bueno?
Pues ahora tenéis tres opciones. Quiero que escribaís un relato y que elijáis como título uno de estos tres:
  • Los celos
  • Me gusta mucho tu polla
  • Me gusta mucho tu coño
No hace falta que lo firméis, pero escribidlo y colgadlo. Lo vais a disfrutar. Ruben, a ti no te animo, porque ya sé que lo vas a escribir y lo vas a firmar, como siempre. Un abrazo.



sábado, 13 de septiembre de 2014

¿Setas o Rolex?


Cuando sales a buscar setas, pues no te esperas encontrar otra cosa o viceversa. Por ejemplo, hace un par de semanas en Suiza nos cruzamos con unos níscalos. Eran níscalos, sin duda, y la comida es carísima en Suiza, pero no buscábamos setas, así que los dejamos tranquilos también por el miedo atávico que dan unas setas, aunque sean conocidas, en un lugar desconocido, y seguimos hasta llegar a tocar el hielo de un glaciar.
Pero ayer me pasó algo curioso mientras buscaba setas. Bueno, también me pasaron muchas cosas más, pero no viene al caso. Volvamos a las setas. Al salir de mi nuevo trabajo me acerqué a un sitio muy interesante en el que había estado hace un mes. Es el local de una ONG que tiene proyectos educativos y que para conseguir fondos recoge libros y DVDs y los vende por la voluntad. Tú entras, eliges, y te llevas sólo lo que puedas transportar con tus manos sin dificultad. No vale utilizar bolsa. Y por supuesto, das tu donativo. Así quizá no suene muy atractivo, porque uno se imagina esos locales lóbregos de Remar en los que los libros que hay son un montón de mierda húmeda en la que puede estar hasta el ébola. Pero no. Esto es el paraíso. Todos los libros están organizados, en buen estado y limpios y si te descuidas echas de manos las de la araña.
Pero es que ayer encontré lo que encontré. Mirad.
El manual de Ajuriaguerra es un clásico, Los hombres que no amaban a las mujeres es fenomenal, aunque ya lo hayas leído porque siempre habrá alguien que no que lo pueda disfrutar, Juan Salvador Gaviota, en una edición original de 1972, es algo muy importante para mí, ya os contaré, ¡¡¡pero es que estaban los Cien años de soledad en la edición de Editorial Sudamericana!!!



El libro es de junio del 73, cuando ya llevaba 34 ediciones, ¡¡¡pero es el original!!!
Llamadme mitómano.
Este libro es muy importante, no sólo para la literatura del siglo XX o para la literatura en general, para mí también.  Me acordé de él cuando llegamos al hielo este verano y hoy también me acuerdo y de ese azul que es la vida y todo lo bueno que queda cuando le quitamos al rojo su locura.
Y ahora querréis que os diga dónde.
Sí, pero... Es que ya sabéis lo que pasa con las setas. Nadie cuenta dónde nunca. Eso no quita para que, en un momento de exaltación de la amistad, alguna vez en la vida, os puedan llevar, aunque se empeñen tontamente en vendaros los ojos.


El ejercicio es que nos contéis la historia de aquel libro que encontrasteis.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Pleonasmos


Os prometo que lo he visto con mis propios ojos. Estaban ambos dos haciendo cola ordenadamente delante del funcionario público de cita previa. Menos mal que todavía no somos un país en vías de desarrollo, pero el erario público no es que sea muy boyante y vamos, cualquier accidente fortuito lo puede tirar por tierra. Ojalá que podamos verlo subiendo para arriba. Pero a lo que íbamos, la pareja estaba aterida de frío y no mejoraba aunque bebiera líquidos calientes. El día se había torcido como un cáncer maligno que no era posible erradicar de raíz y regalaba los placeres con su puño cerrado. ¿Qué hacemos ahora se preguntaron? ¿algún proyecto de futuro? ¿o nos conformamos con seguir el camino marcado o con hacer algo prefijado de antemano? Se miraron como dos réplicas exactas y esbozaron una sonrisa en sus labios. El resultado final no era lo importante.


En este texto yo cuento al menos 20 pleonasmos empezando por lo de ver con los propios ojos y terminando por el resultado final.

¿Hay alguno que os guste especialmente?
¿Queréis jugar a escribir un texto tontamente redundante?
¿Hay alguno que hayáis usado sin caer en la cuenta?

Os dejo libres los comentarios.

martes, 2 de septiembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó I



Quim Monzó es el mejor. O si no lo es, es uno de los mejores. Llevo años y años dándoles vueltas a sus libros de relatos y utilizándolos para hacer ejercicios de escritura y la verdad, no sé por qué no he colgado todavía ninguno.
Si queréis saber de él, leed todo lo que encontréis suyo y seguidle en Twitter. Y si queréis una recomendación literaria, comprad El porqué de las cosas. Además no vale con comprarse un ejemplar, porque el que lo toca, lo quiere.

Empezaremos por el ejercicio más sencillo que se me ocurre. Tomad un cuento que todos conozcamos y dadle la vuelta. Una vuelta o dos. Mirad cómo es la bella durmiente de Quim Monzó:


La bella durmiente

      En medio de un claro, el caballero ve el cuerpo de la muchacha, que duerme sobre una litera hecha con ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores. Desmonta rápidamente y se arrodilla a su lado. Le coge una mano. Está fría. Tiene el rostro blanco como el de una muerta. Y los labios finos y amoratados. Consciente de su papel en la historia, el caballero la besa con dulzura. De inmediato la muchacha abre los ojos, unos ojos grandes, almendrados y oscuros, y lo mira: con una mirada de sorpresa que enseguida (una vez ha meditado quién es y dónde está y por qué está allí y quién será ese hombre que tiene al lado y que, supone, acaba de besarla) se tiñe de ternura. Los labios van perdiendo el tono morado y, una vez recobrado el rojo de la vida, se abren en una sonrisa. Tiene unos dientes bellísimos. El caballero no lamenta nada tener que casarse con ella, como estipula la tradición. Es más: ya se ve casado, siempre junto a ella, compartiéndolo todo, teniendo un primer hijo, luego una nena y por fin otro niño. Vivirán una vida feliz y envejecerán juntos. 
     Las mejillas de la muchacha han perdido la blancura de la muerte y ya son rosadas, sensuales, para morderlas. Él se incorpora y le alarga las manos, las dos, para que se coja a ellas y pueda levantarse. Y entonces, mientras (sin dejar de mirarlo a los ojos, enamorada) la muchacha (débil por todo el tiempo que ha pasado acostada) se incorpora gracias a la fuerza de los brazos masculinos, el caballero se da cuenta de que (unos veinte o treinta metros más allá, antes de que el claro dé paso al bosque) hay otra muchacha dormida, tan bella como la que acaba de despertar, igualmente acostada en una litera de ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores.



miércoles, 27 de agosto de 2014

Romero solo



Romero solo

Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero... sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet,
viendo cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un huerto.
Que sean todos los pueblos


y todos los huertos nuestros.



León Felipe es un poeta de los imprescindibles. Os recomiendo su obra, pero también os recomiendo que busquéis la historia de su vida que parece irle como anillo al dedo a aquella frase suya: "Los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino".

Os he puesto el poema desnudo para que le pongáis primero vuestra voz, pero ¿sabéis lo que pasa? Pues que Internet es infinita y tiene todo. Nunca lo había oído recitado por él. Hasta hoy. A mí me ha llevado años y lo he disfrutado tanto poniéndole voz yo, que por eso os cuento esto, aunque os deje el enlace aquí debajo:



Romero es el que peregrina, el que va a ratos solo, a ratos acompañado. Va con fe en su paso, creyente del día de hoy, no le importa demasiado el futuro. El romero camina y se cruza contigo como si fuera la primera vez que te ve. Y tal vez lo sea. El romero va, no vuelve, va hacia todas las cosas, aunque sepa que todos los caminos conducen a Roma.


Os dejo abiertos lo comentarios para que habléis de vuestro peregrinar.

jueves, 21 de agosto de 2014

Libre




Libre 

Tiene que haber días
en los que me sienta libre
libre para elegir qué hago
dónde paso mis horas de luz
y mis horas de oscuridad
libre para seguir
o para dar la vuelta
libre

¿O no los hay?

Yo quiero tenerlos
aunque no sean todos
quizá porque no sean todos
pero los quiero
mataría por ellos

Un día
un rato libre
de verdad
lo cambia todo

Un día
un tiempo libre
de verdad
cambia ese momento
y los momentos de alrededor
y después
todo lo demás


Y nada, poned "Libre" en la hoja y dejad que la cosa fluya...
(Gracias Miguel por la canción)

viernes, 15 de agosto de 2014

Calentamiento global



Hoy os toca escribir un texto que se titule así:

Calentamiento Global

Y podéis escribir debajo, por ejemplo, algo así:

Todo se calienta
Entropía
Todo se desordena
y se hace más homogéneo
hasta convertirse en un puré gris
y templado

A lo mejor
luego llega el enfríamiento global
todo se cristaliza
y quedamos congelados en un témpano
hasta que algo cálido
un soplete
un sol
un beso
nos despierte



Es que lo de Berlín me ha gustado, porque dentro de unos días llegaré allí, pero salgo hoy.


viernes, 8 de agosto de 2014

¿Leer o amar?




Hoy tomo prestado este texto de Documenta mínima:


LA BÚSQUEDA


Más que un amante del amor, Jacinto Bermúdez era un amante de la literatura, o un tímido que se ocultaba tras un muro de papel y tinta. Jacinto Bermúdez creía que el sexo era un pasatiempo entre lectura y lectura y, aunque sabía que todas las chicas que habían pasado por su cama pensarían que lo de la pasión por la literatura debía de ser un cuento, él sabía que lo que era un cuento era su apasionamiento por el sexo.
Jacinto Bermúdez las llevaba siempre a su casa con la excusa de ense­ñarles su nutrida biblioteca y ellas sabían que no iban para eso, pero iban porque Jacinto era tierno y bueno, dulce y apocado~ cariñoso y tímido. Jacinto las llevaba a su dormitorio porque allí estaba la litera­tura y mientras él miraba los estantes ellas miraban la cama. Luego Jacinto tomaba entre sus manos un volumen con exquisito cuidado y les leía poemas, cuentos, historias. Él se sentaba en la cama y ellas se tumbaban para ser leídas y él se lanzaba a la lectura y ellas siempre, siempre, apartaban de sus manos el libro, le quitaban con cuidado las gafas y se lo comían a besos, a abrazos, a gemidos. Jacinto Bermúdez miraba de reojo el libro y pensaba, una vez más, que nunca encontra­ría a la mujer que compartiera con él su sueño de tomar el sexo como un pasatiempo entre lectura y lectura.

JOSÉ CARLOS CARMONA, Cuentos para después de hacer el amor, Signatura, Sevilla, 2003, 120 páginas.


La propuesta del día es: ¿Leer o amar?

Escribid debajo un ensayo, una gregería, un haiku, un epigrama, un relato, una novela, lo que queráis.

sábado, 2 de agosto de 2014

Pobre muchacha



Fonollosa no es nuevo en este blog. Como regalo de cumpleaños voy a escuchar el disco entero que le dedicó Albert Pla en 1995 utilizando los poemas del propio Fonollosa. El disco se llama Supone Fonollosa, una especie de Sostiene Pereira, pero más subversivo.

De todas las canciones hoy elijo ésta que se titula Pobre muchacha.

La letra es sencilla:

Pobre muchacha
Pobre muchacha hermosa apresurada
que deprisa vienes hacia mí al
cruzar la calle
y te pasas por mi lado sin saber que yo
que yo soy la razón de tu existencia
Tú ni siquiera me ves, yo te sonrío
y admiro tus cabellos
y tus piernas
y tu culo

Tú estás tan buena,
yo te haría tan dichosa
Pero tú ...
tú te lo pierdes con tu prisa.



Yo no soy tan hermoso como ella, pero hay cosas que me pierdo con mi prisa, y eso no puede seguir así.


El ejercicio de hoy consiste en empezar así:

Pobre muchacha/o hermosa/o apersurada/o...

Y luego, terminarlo.

domingo, 27 de julio de 2014

No busques trabajo



No busques trabajo es un libro de Risto Mejide que ha tenido cierto éxito. Yo lo he leído y no está mal, pero todo lo que dice está resumido en el maravilloso artículo que escribió en mayo de 2013. Leedlo, por favor y compartidlo.

Os iba a sugerir que empezaráis así: "No busques trabajo..." y yo pretendía continuar en los puntos suspensivos, pero me he encontrado con Saramago y me ha recordado algo.


lunes, 21 de julio de 2014

Todos los días nos cambia la vida






El otro día pasé un rato del verano en la biblioteca de Puerta de Toledo y me dijeron que no podía tomar fotos. Estuve en este libro de Andrés Neuman y pensé que tenía que estar en Twitter. Ahora lo sigo.
Como es verano, un ejercicio simple y precioso. Empezad vuestras frases como las de Neuman y acabadlas vosotros:

Casi siempre el poema... lleva media vida contigo hasta que ve la luz
Un adjetivo... es un acto de fe
Amar... es la obra de nuestra vida
Todos los días... me acuerdo de lo que escribió María José de la felicidad
Pellízcame.

(esto es sólo un ejemplo)

sábado, 19 de julio de 2014

Pensamientos macabros


Cuando estaba en un congreso médico pensé, como pensaron otros y hasta lo dijeron en voz alta, que si caía una bomba allí y nos borraba del mapa a los cientos de especialistas presentes, se acabaría el paro en nuestra profesión.

Tener pensamientos macabros es normal. Que la realidad los confirme es lo malo.


martes, 15 de julio de 2014

Pessoa transgeneracional


Mi primer trabajo fue de socorrista en una piscina de un club privado. Estuve un par de semanas y me aburrí un poco, aunque tuve un gran éxito entre las niñas de diez años, algo terrible para un chaval de 16. Lo más grave que atendí fue una picadura de avispa. Luego me haría médico. 
Con la pasta que gané que era poca, pero mucha para mí, me compré una guitarra y un libro de Pessoa en el que estaba el poema que hay debajo. Había visto un fragmento en el periódico y me pareció precioso y la verdad absoluta, si es que eso podía existir. 
Ese libro es de los más importantes de mi vida. Si tuviera que elegir un puñado de libros, ése sería uno de ellos. Con veinte años me lo llevé a Galicia y un cantautor alcohólico se lo quiso apropiar y lo guardó en su mochila. Yo le eché valor y le dije que me lo devolviera antes de bajarnos del expreso que nos devolvió a Madrid. Era mío y no suyo. Me costó, pero lo tenía claro.
Hace unos días, mi hijo, que también cumple ahora mismo 16 años, me trajo esta postal de Portugal.


Bastante Metafísica hay en no pensar en Nada.

¿Qué pienso yo del mundo?
¡Yo qué sé lo que pienso del mundo!
Me pondría a pensarlo si enfermara.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión es la mía sobre causas y efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del Mundo?
No sé. Pensarlo es para mí cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (que no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo qué es el misterio!
El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos
al principio no sabe qué es el sol
y piensa muchas cosas llenas de calor.
Mas abre los ojos y ve el sol
y no puede ya pensar en nada
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no yerra y es común y es buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen esos árboles?
La de ser verdes, la de tener copa y ramas,
y la de dar fruto a su hora, y eso no nos hace pensar
que no sabemos darnos cuenta de ellos.
¿Habrá mejor metafísica que la suya
de no saber para qué viven
ni saber que no lo saben?

«Constitución íntima de las cosas»…
«Sentido íntimo del universo»…
Todo eso es falso, todo eso no quiere decir nada.
Increíble, que se puedan pensar cosas así.
Es como pensar en razones y fines
cuando empieza a rayar la mañana y allá por la arboleda
un vago oro lustroso va perdiendo oscuridad.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es sobreañadir, es como pensar en la salud
o llevar un vaso al agua de los manantiales.

El único sentido íntimo de las cosas
es el de no tener íntimo sentido alguno.

No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
vendría sin duda a hablar conmigo,
y cruzada mi puerta, casa adentro,
me diría: ¡Aquí estoy!

(Esto tal vez suene ridículo al oído
de quien, por no saber qué sea el mirar a las cosas,
no entiende al que habla de ellas
con el modo de hablar que el fijarse en ellas nos enseña.)

Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
¿por qué llamarle Dios?
Le llamo flores y árboles y sol y luar y montes;
porque si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y luar y montes y árboles y flores,
si ante mí aparece como árboles y flores,
y luar y sol y flores
es porque quiere que yo le conozca
como árboles y montes y flores y luar y sol.

Y por eso obedezco
(¿qué más sé yo de Dios que Dios no sepa de sí mismo?).
Le obedezco al vivir tan espontáneamente
como quien abre los ojos y ve,
y le llamo luar y sol y flores y árboles y montes,
y le amo sin pensar en él,
y lo pienso al ver y oír,
y ando con él a todas horas.



En realidad esto lo firma Alberto Caeiro, uno de los heterónimos de Pessoa. ¿Queréis ser vosotros también un nuevo heterónimo y firmar un texto sobre la metafísica? En los comentarios tenéis la oportunidad.

jueves, 10 de julio de 2014

Volvemos siempre



Todos volvemos a los mismos sitios, por mucho que cambiemos. Hoy he pensado que quería compartir con vosotros un poema de Mario Benedetti, pero ya está en el blog. No me salvo, no te salves y nunca, nunca, nos quedemos en el borde del camino.
Total que he pensado en otro:


Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.




¿Cuál es vuestra táctica y vuestra estrategia?

miércoles, 2 de julio de 2014

Poetry Slam



Poetry Slam, como lo definen en su web, es una disciplina híbrida entre la poesía, la performance y el talent show. El concursante se sube al escenario y tiene 3 minutos para emocionarnos... y ganarse nuestro voto. Yo estuve el sábado en Madrid con unos amigos (gracias Javier por la invitación y por cierto, hoy y a la hora que se cuelgue esto, cumple años mi otro Javier, mi Javier, que probablemente, a estas alturas pase del poetry slam y dentro de un par de años o cuatro le encante) y aunque en muchos momentos fue decepcionante el espectáculo que habían montado y de un frikismo de vergüenza ajena, principalmente debido a los presentadores, hubo algún rato de no olvidar y de contar a los amigos. Por eso os lo cuento. Estuvieron bien los Poetílicos sobrios, primos de los Polipoétics, pero el que me encantó fue Daniel Orviz. Este chico es un crack. Aquí podéis disfrutar de su poema "Camareta cultureta". No os voy a contar de que va, pero en mi cabeza ya ha anidado eso de "...no sé yo si gimen guay o Hemingway..."

Así que a ver si os animáis a preparar un slam lleno de gracia y si puede ser que esté al borde de la hipomanía o también, el ejercicio de hoy podría ser uno con el mismo título que el de Orviz en el que os metáis con los culturetas. ¿Os apetece?


sábado, 28 de junio de 2014

Felicidad = realidad - expectativas



En el maravilloso blog Wait but why podéis encontrar una luz inesperada que os hará ver desde otra perspectiva muchas de las grandes cuestiones de la vida como la forma de elegir pareja o todo lo que hay detrás del nombre que pones a tu hijo. Hoy me he quedado leyendo la entrada que se titula ¿Por qué son infelices los yuppies de la generación Y? y me ha parecido interesante. Aunque en principio lo que cuenta se refiere a los nacidos entre finales de los 70 y mitad de los 90 yo lo veo más universal. Por ejemplo, su fórmula de la felicidad no tiene desperdicio y podéis verla gráficamente en la imagen: si el grado de felicidad depende de las expectativas y de la realidad, cuando ambas están muy alejadas surge la frustración que, por lo visto, es típica de la generación Y. Yo lo veo en más generaciones.
El otro día viendo la película Begginers, el protagonista, de la generación X, dice: "Nuestra buena suerte nos permitió sentir una tristeza para la que nuestros padres no tuvieron tiempo, y una felicidad que nunca vi en ellos." Quizá éste sea nuestro problema.

¿Qué se os ocurre en relación con la felicidad?

domingo, 22 de junio de 2014

Un regalo de Jorge Riechmann


Conversaciones entre alquimistas, es un libro de poemas breves de Jorge Riechmann. Aunque hay muchos muy interesantes, os he elegido éste.




El enigma secreto del misterio de todos los templarios, masones, criptocátaros y sacerdotes egipcios del bajo imperio

El capital quiere hacernos creer que somos lo que vendemos.
Pero somos lo que regalamos.


¿Qué sois vosotros?