miércoles, 30 de abril de 2014

Justicia



Huracán Carter murió el otro día. Yo no sabía nada de su historia hasta que hace poco vi la película protagonizada por Denzel Washington. Cuando terminó la película me quedé pegado a la canción de Bob Dylan y desde entonces la llevo siempre encima.
Escuchando la canción después de la noticia de la segunda muerte de Carter -de la otra resucitó al cabo de 20 años de encierro- me dio por pensar en la justicia y me acordé del Conde de Montecristo, de sus años de aprendizaje en el penal y de su salvación por la muerte de su amigo. Y, por supuesto, me acordé de su perfecta venganza.
También me acordé de Cadena Perpetua, la película basada en un relato de Stephen King que he visto un montón de veces porque la dan mucho en televisión y porque si la encuentro empezada no puedo no terminarla. Os podría contar ahora mismo el final punto por punto, cómo roba los zapatos del alcaide, a qué pueblo mexicano huye, dónde esconde el billete para el viaje de su amigo...
Pero lo que me fascina es que me sigo emocionando con estas historias de gente que sufre por la injusticia y que al final puede volver a ponerse en pie.

¿Qué os sugieren o recuerdan a vosotros estas historias?

jueves, 24 de abril de 2014

Cien años de soledad



Desde su juventud y durante muchos años, Gabriel García Márquez escribió la historia de su familia sin ser capaz de terminarla. La novela inacabada tenía el título provisional de "La casa" y acompañó al autor hasta casi sus 40 años, pero un día, yendo de viaje a la playa con su mujer y sus hijos se le ocurrió el principio y se puso a escribirla.
Aquí están las primeras páginas del cómic Gabo, memorias de una vida mágica, donde se recrea la escena.
Lo que vino después es historia de la literatura.

Siempre me ha fascinado de esta novela su gestación como acto de fe. Después de la escena de la revelación del principio de los Cien años de soledad, el escritor estuvo 18 meses encerrado escribiéndola, en su "cueva de la mafia" como llamaba a su estudio. En ese tiempo se acabó el dinero y empezaron a vivir a crédito, empeñaron el coche, el refrigerador, el televisor, las joyas de su mujer, dejaron de pagar el alquiler, comían muchas veces de lo que les traían los amigos, pero él seguía escribiendo en una especie de rapto místico.
Su mujer, que lo acompañaba y que se ocupaba de demorar los pagos y de sostener aquella locura, rumiaba y llegó a decir: "Lo único que falta es que la novela sea mala".
No era mala, pero cuando fueron a enviar el único manuscrito a Argentina porque un editor se había interesado por las anteriores novelas de Gabo, resulta que mandarla entera costaba 82 pesos. Tenían poco más de cincuenta, así que mandaron la mitad.
Imaginad la cara del editor cuando empezó a leer aquello, ¿Cuánto tardaría en darse cuenta de que tenía entre manos la novela más importante del siglo?

A veces uno envidia los raptos místicos de los demás
A veces uno entre un millar tiene la valentía


domingo, 20 de abril de 2014

Gabriel García Márquez ha muerto




En 2012 escribí una entrada sobre Gabriel García Márquez titulada El fin de los principios de Gabriel García Márquez.
Su enfermedad ha progresado y falleció el otro día.
Aquí tenéis un especial muy interesante en la web de El País.

He leído casi todos sus libros porque el primero que leí me fascinó. Empecé con sus Cien años de soledad cuando no era capaz de asimilarlo pero sí que pude caer a sus pies. Yo era un chaval y no entendí muy bien todo lo que había en aquel libro que me hacía seguir leyendo hasta bebérmelo en dos días de verano.

Os dejo espacio en los comentarios para que escribáis algo de vuestra relación con García Márquez y os copio una frase que tengo grabada y que ayer oí en su propia voz porque pusieron la entrevista titulada La escritura embrujada en la tele:

"Yo, desde que nací, sabía que iba ser escritor, quería ser escritor. Tenía la voluntad, la disposición, el ánimo y la aptitud para ser escritor. Siempre escribí. Nunca pensé que pudiera ser otra cosa, nunca pensé que de eso pudiera vivir. Estaba dispuesto a morirme de hambre, pero ser escritor."

martes, 1 de abril de 2014

Más Carpe diem



Como decíamos ayer, Carpe diem.

También hablamos de Walt Whitman y citamos este libro de Juan Carlos Mestre, que además de contener el verso en el que hablaba del poeta, empieza así:

                                                                                                                  ¿Qué oyes Walt Whitman?


Y, para seguir con el tema éste del que no paro de hablar desde hace meses, dentro del libro está este poema:



Vuelvo a preguntar lo mismo
¿Ahora qué?

O, parafraseando a Mestre
¿Qué oís?