domingo, 28 de septiembre de 2014

Formas de viajar




EL VIAJERO
para Javier Egea

Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.

Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.

Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.

Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.

No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.

PRADO, BENJAMÍN



De los poemas-regalo de ayer, uno era éste. El papel amarillo no venía firmado, pero Internet apuntó a Benjamín Prado.

Señores y señoras viajeros, ¿Cómo lo ven ustedes?
¿Cómo viajaremos a partir de ahora?



sábado, 27 de septiembre de 2014

Poesía y prosa con Nicanor Parra


En la foto hay una serie de postales con poemas de Nicanor Parra que me regaló Garbancito. La verdad es que con este fondo a lo que más me recuerda es al famoso desnudo de Marilyn. Ésa Marilyn joven con ganas de abrirse paso. La diferencia es que estos poemas son los de Nicanor Parra, un hombre que acaba de cumplir 100 años y sigue a vueltas con la poesía o con la antipoesía o con lo que toque.

Hoy vamos a darle vueltas a la poesía y a la prosa. Aparte de lo que se puede leer en la imagen os pego los siguientes poemas y fragmentos de Parra:


POR EVITAR LA TRAMPA DEL VERSO

Los escritores suelen caer en la prosa
Que es un vicio tan tonto como el otro
Cosa que no ocurre con Rulfo

No se diga que Rulfo escribe en prosa


(...)
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
(...)


LA
POESÍA
MORIRÁ
SI NO
SE LA
OFENDE

hay
que poseerla
y humillarla en público
después se verá
lo que se hace



LOS DETRACTORES DE LA POESÍA


Van a tener que pedirnos perdón en cuclillas

Ha quedado de manifiesto
Que se le puede hacer la pelea a la prosa:
La cenicienta de las bellas letras
No tiene nada que envidiar a sus hermanastras

Goza de buena salud
En opinión de justos y pecadores
Señores Fukuyama
Gombrovicz
....... Stendhal
Platón & Cía. Ilimitada



El ejercicio de hoy es escribir sobre prosa y poesía. Para ver qué es lo que nos une y alguna cosa más. Ah, y felicidades, Nicanor.
Por cierto, si queréis escuchar poemas con su voz, venid aquí.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó II


El otro día encontré en casa de una amiga un ejemplar de El porqué de las cosas que le había regalado en el año 2000. Ya os conté que yo no lo tengo porque siempre lo regalo. Si os preguntáis por la dedicatoria, claro que hay una, si no, de qué me iba a acordar yo que fue en el año 2000, pero oye, no es mía y no estaría bien sacarla aquí.
Pero a lo que vamos, que estamos en nuestro curso de relatos. Hoy un relato dedicado especialmente a Rubén, por haber aguantado todos estos años participando en el blog y por haber hecho alusiones sexuales directas en todos y cada uno de sus textos. Bueno, tal vez exagero cuando digo todos, pero poco. El relato en cuestión es éste:


Los celos

Tamar pasa una vez más la lengua y, muy lentamente, levanta los ojos hasta encontrar los de Onán.
-Me gusta mucho tu polla.
Está extenuada. cierra los ojos. Al cabo de un rato se ha dormido, con la cabeza sobre el pubis del hombre, que no para de pensar en ello. "Me gusta mucho tu polla." "Me gusta mucho tu polla..." ¿Por qué siempre le dice lo mismo? Desde que se conocen ¿cuantas veces se lo ha dicho mientras descansan? Innumerables. En cambio, nunca le ha dicho que le gusta mucho su brazo derecho, o los omóplatos. Siempre lo mismo: la polla. A veces, Tamar la sostiene en la palma de la mano y la frase es diferente:
-Tienes una polla preciosa.
Ahora ella duerme y el hombre se ha vuelto de lado. Para hacerlo ha tenido que apartarle la cabeza. Dormitando y todo, todavía se aferra a ella. Qué manía con la polla. ¿Es que, de él, solo le gusta la polla? Y él, ¿no le gusta? Eso no lo dice nunca. Al principio le había hecho gracia esa dedicación. Era tierna y excitante. Como cuando él le decía: "Me gusta mucho estar dentro de tu coño" Pero poco a poco la cosa fue cobrando un cariz obsesivo. Es cierto que su polla le gusta mucho. Se lo nota en los ojos, en cómo la observa, en el ritmo de las frases, en la manera de enfatizar la palabra "mucho": "muuucho"
A la mañana siguente lo despierta la boca de Tamar acariciandolo. Onán se aparta, como herido.
-¿Qué haces?
-Me gusta mucho
-¿Te gusta mucho?
-Sí. -Hay un instante de pausa-. Me gusta mucho tu polla.
Otra vez lo mismo.
-Si no tuviese polla, ¿me querrías igual?
Lo mira de reojo.
-¿Qué te ha pasado?
-¿Qué quieres que me pase? No hablas de nada más que de mi polla.
-De tu polla.
-A mí nunca me dices si te gusto.
De un golpe seco, le retira la mano. Tamar se levanta. Está preciosa e indignada.
-Te has vuelto loco.
-Loco no. Pero yo también existo. -Y adrede, para que suene ridículo, agrega en tono agudo-: ¿No te parece?
Tamar se apresura a vestirse. Cierra de un portazo. Los pasos de la mujer resuenan escaleras abajo, cada vez más lejos. Onán se sienta en la cama, se pone la mano derecha debajo del miembro, fláccido, lo levanta un poco y lo contempla, entre exasperado y curioso.




¿Verdad que es muy muy bueno?
Pues ahora tenéis tres opciones. Quiero que escribaís un relato y que elijáis como título uno de estos tres:
  • Los celos
  • Me gusta mucho tu polla
  • Me gusta mucho tu coño
No hace falta que lo firméis, pero escribidlo y colgadlo. Lo vais a disfrutar. Ruben, a ti no te animo, porque ya sé que lo vas a escribir y lo vas a firmar, como siempre. Un abrazo.



sábado, 13 de septiembre de 2014

¿Setas o Rolex?


Cuando sales a buscar setas, pues no te esperas encontrar otra cosa o viceversa. Por ejemplo, hace un par de semanas en Suiza nos cruzamos con unos níscalos. Eran níscalos, sin duda, y la comida es carísima en Suiza, pero no buscábamos setas, así que los dejamos tranquilos también por el miedo atávico que dan unas setas, aunque sean conocidas, en un lugar desconocido, y seguimos hasta llegar a tocar el hielo de un glaciar.
Pero ayer me pasó algo curioso mientras buscaba setas. Bueno, también me pasaron muchas cosas más, pero no viene al caso. Volvamos a las setas. Al salir de mi nuevo trabajo me acerqué a un sitio muy interesante en el que había estado hace un mes. Es el local de una ONG que tiene proyectos educativos y que para conseguir fondos recoge libros y DVDs y los vende por la voluntad. Tú entras, eliges, y te llevas sólo lo que puedas transportar con tus manos sin dificultad. No vale utilizar bolsa. Y por supuesto, das tu donativo. Así quizá no suene muy atractivo, porque uno se imagina esos locales lóbregos de Remar en los que los libros que hay son un montón de mierda húmeda en la que puede estar hasta el ébola. Pero no. Esto es el paraíso. Todos los libros están organizados, en buen estado y limpios y si te descuidas echas de manos las de la araña.
Pero es que ayer encontré lo que encontré. Mirad.
El manual de Ajuriaguerra es un clásico, Los hombres que no amaban a las mujeres es fenomenal, aunque ya lo hayas leído porque siempre habrá alguien que no que lo pueda disfrutar, Juan Salvador Gaviota, en una edición original de 1972, es algo muy importante para mí, ya os contaré, ¡¡¡pero es que estaban los Cien años de soledad en la edición de Editorial Sudamericana!!!



El libro es de junio del 73, cuando ya llevaba 34 ediciones, ¡¡¡pero es el original!!!
Llamadme mitómano.
Este libro es muy importante, no sólo para la literatura del siglo XX o para la literatura en general, para mí también.  Me acordé de él cuando llegamos al hielo este verano y hoy también me acuerdo y de ese azul que es la vida y todo lo bueno que queda cuando le quitamos al rojo su locura.
Y ahora querréis que os diga dónde.
Sí, pero... Es que ya sabéis lo que pasa con las setas. Nadie cuenta dónde nunca. Eso no quita para que, en un momento de exaltación de la amistad, alguna vez en la vida, os puedan llevar, aunque se empeñen tontamente en vendaros los ojos.


El ejercicio es que nos contéis la historia de aquel libro que encontrasteis.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Pleonasmos


Os prometo que lo he visto con mis propios ojos. Estaban ambos dos haciendo cola ordenadamente delante del funcionario público de cita previa. Menos mal que todavía no somos un país en vías de desarrollo, pero el erario público no es que sea muy boyante y vamos, cualquier accidente fortuito lo puede tirar por tierra. Ojalá que podamos verlo subiendo para arriba. Pero a lo que íbamos, la pareja estaba aterida de frío y no mejoraba aunque bebiera líquidos calientes. El día se había torcido como un cáncer maligno que no era posible erradicar de raíz y regalaba los placeres con su puño cerrado. ¿Qué hacemos ahora se preguntaron? ¿algún proyecto de futuro? ¿o nos conformamos con seguir el camino marcado o con hacer algo prefijado de antemano? Se miraron como dos réplicas exactas y esbozaron una sonrisa en sus labios. El resultado final no era lo importante.


En este texto yo cuento al menos 20 pleonasmos empezando por lo de ver con los propios ojos y terminando por el resultado final.

¿Hay alguno que os guste especialmente?
¿Queréis jugar a escribir un texto tontamente redundante?
¿Hay alguno que hayáis usado sin caer en la cuenta?

Os dejo libres los comentarios.

martes, 2 de septiembre de 2014

Curso de relatos con Quim Monzó I



Quim Monzó es el mejor. O si no lo es, es uno de los mejores. Llevo años y años dándoles vueltas a sus libros de relatos y utilizándolos para hacer ejercicios de escritura y la verdad, no sé por qué no he colgado todavía ninguno.
Si queréis saber de él, leed todo lo que encontréis suyo y seguidle en Twitter. Y si queréis una recomendación literaria, comprad El porqué de las cosas. Además no vale con comprarse un ejemplar, porque el que lo toca, lo quiere.

Empezaremos por el ejercicio más sencillo que se me ocurre. Tomad un cuento que todos conozcamos y dadle la vuelta. Una vuelta o dos. Mirad cómo es la bella durmiente de Quim Monzó:


La bella durmiente

      En medio de un claro, el caballero ve el cuerpo de la muchacha, que duerme sobre una litera hecha con ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores. Desmonta rápidamente y se arrodilla a su lado. Le coge una mano. Está fría. Tiene el rostro blanco como el de una muerta. Y los labios finos y amoratados. Consciente de su papel en la historia, el caballero la besa con dulzura. De inmediato la muchacha abre los ojos, unos ojos grandes, almendrados y oscuros, y lo mira: con una mirada de sorpresa que enseguida (una vez ha meditado quién es y dónde está y por qué está allí y quién será ese hombre que tiene al lado y que, supone, acaba de besarla) se tiñe de ternura. Los labios van perdiendo el tono morado y, una vez recobrado el rojo de la vida, se abren en una sonrisa. Tiene unos dientes bellísimos. El caballero no lamenta nada tener que casarse con ella, como estipula la tradición. Es más: ya se ve casado, siempre junto a ella, compartiéndolo todo, teniendo un primer hijo, luego una nena y por fin otro niño. Vivirán una vida feliz y envejecerán juntos. 
     Las mejillas de la muchacha han perdido la blancura de la muerte y ya son rosadas, sensuales, para morderlas. Él se incorpora y le alarga las manos, las dos, para que se coja a ellas y pueda levantarse. Y entonces, mientras (sin dejar de mirarlo a los ojos, enamorada) la muchacha (débil por todo el tiempo que ha pasado acostada) se incorpora gracias a la fuerza de los brazos masculinos, el caballero se da cuenta de que (unos veinte o treinta metros más allá, antes de que el claro dé paso al bosque) hay otra muchacha dormida, tan bella como la que acaba de despertar, igualmente acostada en una litera de ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores.