lunes, 26 de enero de 2015

Canon aleatorio


Hola, amigos del blog. Llevo un tiempo algo perdido, entre otras cosas con todo lo que supone acabar de publicar un libro e intentar promocionarlo, pero ya estoy de vuelta, con nuevos ejercicios de escritura. El de hoy parte de la imagen de arriba. Un día, en una sala de espera, encontré todos esos libros y os pido que habléis de ellos, de los títulos que hay y de los que faltan en la colección de Salvat. Por ejemplo, recuerdo un ejemplar como éstos con la novela "Escuela de Robinsones" que compre ya amarillo en un saldo y que durante años quise leer, pero por alguna extraña razón nunca pude pasar de las primeras páginas. 
Y respecto a los libros que sí hay se me ocurre lo siguiente:
Werther provocó una oleada de suicidios nada romántica, la verdad.
¿Gustavo Adolfo volverá oscuro de nuestra estantería a colgarse desordenadamente?
¿Dónde está el retrato de Dorian Gray envejeciendo?
Lázaro, levántate y anda ligero
Onetti sigue sentado en su cama
Holmes me mira y me atraviesa. Soy transparente y no sólo para él
Y luego están los viajes de Gulliver que llevan años y leguas
Y las mil y una noches. 
Anda, Sherezade, cuéntanos una historia que nos entretenga la velada, nos quite el sueño y nos dé vida.
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé lo que siento ni presiento, el frío y la humedad cuelgan de mis huesos. La realidad miente, los objetos no tiene palabras que las representen, es una democracia depravada… Pero creo en la vida, aunque el horizonte no sea un espejismo, sino un corte en las pupilas. Las palabras no están rotas, ni desarmadas, queda el grito y la rabia.
Jmart

BRAGAOMEANO dijo...

Realmente, la mayoría de libros, que están en esa estantería, son casi todos de esos que nos leemos en nuestra adolescencia y nos marcan para el resto de nuestra vidas como lectores. Hace tanto tiempo que leí la mayoría que tengo un vago recuerdo de ellos. Pero mi preferido es Gustavo Adolfo Becquer y en novelas el Perro de ...,.
Aunque quizás lo que necesitaría es tiempo para volver a disfrutarlos.