martes, 20 de febrero de 2018

El último verso de Machado


Visor libros homenajea a Antonio Machado con motivo de la publicación de su volumen número 1.000. Cincuenta años de poesía de la editorial que nos enseñó a todos a leer poesía se condensan en este libro escrito por 85 autores que tienen el mismo punto de partida: el verso que llevaba Machado en el bolsillo de su gabán cuando murió:

Estos días azules y este sol de la infancia.

14. 7+7

Queda muy lejano 1939, incluso está lejos Collioure. Muchos años quise parar, pero sólo hace tres años paré. Llegué a la tumba de Antonio que lucía así aquel día 5 de septiembre de 2015 (ver foto). Todos los días la tumba es distinta y tiene flores distintas y tiene textos distintos que vamos dejando los que pasamos. 
Recuerdo que dejé una frase, pero no recuerdo cual. 
Leí este azulejo que también está allí:


El mar Mediterráneo y su luz de verano inundaban el único día que estuve en Collioure, aunque no el día de noviembre en que murió Antonio. Aquel día no pudo ser azul y tampoco se pudo asomar mucho el sol de la infancia. 
Tres días después murió Ana, su madre, como se lee en la lápida.


El ejercicio está claro: escribid lo que queráis incluyendo el último verso de Antonio Machado: "Estos días azules y este sol de la infancia."

Un ejemplo más:


Ana Merino. 
Cenizas

Estos días azules
y este sol de la infancia,
este cuerpo cansado
que arrastra laberintos
y sombras desgraciadas.

Este rincón del mundo
donde todo se acaba
y yo vuelvo a ese anhelo
de risas dibujadas
que enhebraban los juegos
de mi niñez lejana.

La luz sobre los párpados
de mi alma asustada,
la soledad de un hombre
que se quedó sin nada
y solo tiene el tiempo
de la vida pasada,
invisible y dichosa,
esa vida inventada
de juegos y canciones,
de risa iluminada
en los días azules
que habitaban las infancias.

2 comentarios:

Maria José dijo...

Estos días azules
y este sol de mi infancia,
que me tiene partida,
que no deja distancias.
Estos días azules,
los que arrastran olvidos,
los que ocultan miserias
en raíces de olivo.
Se revuelve la tierra
entre surcos heridos,
y surge entre terrones
lo que habías perdido.
Este sol de mi infancia
que me trenza el cabello
y que pinta en mi piel
lunares de desconsuelo.
Qué distinto este sol.
Qué frío el que ahora siento.
¿Dónde queda el azul
de mis días primeros?



María José Olivares

Anónimo dijo...

Este sol de la infancia y estos días azules.
Que difícil es escribir, después de María José,
Cualquier cosa que escriba pequeña parecerá.
Esos días azules y ese sol de la infancia, que infancia ?
Si nunca quise ser niño.
No recuerdo, ningún día de mi infancia, ni alegre, ni sombrío.
Sólo recuerdo rutina y fríos inviernos.
Galbana y calurosos veranos, allá en mi pueblo.
Y de poesía, sólo a Machado, Cantos de vida y esperanza. Y a Fernan González.
Alguna vez se asomó Bécquer y muy poco Rubén Darío, al llamarse como yo y tener zoofilia con un cisne en la portada de su libro.
Recuerdos de una infancia, que paso tan rápido, como el Haiga de Bienvenido Mister Marshal.